Cracovia, viaje al corazón de Polonia

Polonia es un país de sobra conocido por su grandeza cultural y arquitectónica, pero si hemos de elegir un lugar donde se concentre especialmente, debemos destacar su antigua capital, Cracovia. La joya de la monarquía polaca fue, históricamente, escenario de disputas entre vecinos y en ocasiones causa de las mismas debido a su importancia como eje económico centroeuropeo.

En la actualidad destaca por su imponente centro histórico, sus continuas manifestaciones culturales, su reconocida universidad y, por supuesto, por la actividad nocturna que se deriva de ella.

En nuestra visita no podemos perdernos su grandioso castillo y la catedral que se encuentra a su lado.

Su gigantesca plaza del mercado es la plaza medieval más grande de Europa y está coronada por la torre del ayuntamiento, a la cual recomendamos subir para disfrutar de las vistas. Destacamos también, el edificio de la lonja de los paños y la iglesia de Santa María, desde cuya torre dan la hora al resto del país mediante una famosa melodía de trompeta interpretada religiosamente por el »Hejnalista».

Visita obligada son también sus increíbles minas de sal, declaradas Patrimonio de la Humanidad, con 3500 metros de galerías artísticamente esculpidas. En su interior hay tres capillas talladas, un lago subterráneo y un museo.

El Kazimierz es el antíguo barrio judío de la ciudad y en él podréis admirar algunos de los lugares que se dieron a conocer por la famosa película La lista de Schindler como la sinagoga o la fábrica de ollas a día de hoy reconvertida en museo del holocausto.

Si disponemos de tiempo recomendamos escaparnos de la ciudad para realizar una excursión que posiblemente nos produzca tanta curiosidad como rechazo, pero que sin lugar a dudas nos ayudará a comprender un poco mejor un pedacito del terror que el tercer reich causó. Un simple vistazo a la verja de la entrada de Auswitch, donde reza la famosa frase »arbeit macht frei» (el trabajo te libera) os helará el corazón y os transportará a un episodio de la historia que nunca debió ocurrir. El propósito del museo es precisamente ese, mentalizar a la sociedad sobre los horrores de la guerra.

Tras el flash-back nada mejor que un paseo por el centro y sus locales donde nos olvidaremos de todo entre gritos de »na zdrowie» y chupitos de vodka de la tierra acompañados de cerveza de inmejorable calidad. Y si queremos una cenita romántica podemos dejarnos caer por uno de los »U Babci Maliny» y probar por ejemplo los versátiles »Pierogi», cocinados de mil y una maneras diversas.

¿No te parece un viaje increíble?

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